lunes, 4 de octubre de 2010

Nadie puede callar a nuestro yo verdadero. Por más que intenten silenciarlo, por más tímido que sea, siempre está ahí. La mejor parte de uno también es la más débil, la más calladita, entonces hay que ayudarla, hay que resistir.
Lo mejor de nosotros es nuestra parte sensible, y de tan sensible se queda muda ante el dolor, por eso
hay que gritar. Porque si no gritamos, si no lo expulsamos, ese dolor nos puede terminar matando. Gritá, hoy, ahora, ya.

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